
A veces, al doblar la esquina te topas con un rato de alegría no programada que disfrutas y paladeas con auténtico placer. Eso me pasó ayer al llegar a la Kon Tiki, donde si era chiamato a raduno a todo bicho viviente que hubiera tenido el privilegio de estudiar en el Liceo, y me volví a casa con el zurrón lleno de emoción y de palabras de cariño y de respeto hacia mi padre. Se que de alguna manera ayer serví de correa de trasmisión entre ellos y el "profesorpeyró" haciéndole llegar ese aprecio y cariño de la mayoría de sus alumnos y alumnas a lo largo de varias generaciones.
Hay días que merecen la pena ser vividos y ayer fue uno de esos.
Entre los regalos esta pequeña caricatura que le hizo uno de sus alumnos, pero hubo muchos otros: anécdotas curiosas, recuerdos, alabanzas a su forma de ser, el contento de la gente al reconocerme como "la hija del Peyrot".... Fantástico cóctel de emociones y sentimientos entremezclados: alegría, orgullo, añoranza, afecto.
Fue un hombre único y un padre excepcional que ayer me hizo pasar otro día feliz.
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